La transición energética en el sector de la edificación no es solo una cuestión de ahorro económico, sino un pilar esencial de la estrategia climática europea. En este contexto, los sistemas de aislamiento térmico por el exterior (SATE) emergen como una herramienta clave para reducir la demanda energética de los edificios y, por tanto, las emisiones de CO₂. Este artículo explora cómo el SATE está contribuyendo a la descarbonización del parque edificatorio europeo, cuáles son los factores técnicos que permiten este impacto y qué implicaciones tiene para arquitectos, aplicadores y constructoras.
Por qué la rehabilitación de fachadas es vital para la descarbonización
En Europa más del 80 % del parque residencial fue construido antes de los estándares modernos de eficiencia energética, lo que implica un consumo elevado de energía para calefacción y climatización.
Las emisiones derivadas del sector de la edificación representan una parte significativa del total nacional y europeo, tanto por el consumo energético como por la dependencia de combustibles fósiles.
Por ello, intervenir sobre la envolvente térmica, y en especial las fachadas, es una de las estrategias de mayor impacto: al mejorar el aislamiento, se reduce la necesidad de climatización activa y, por tanto, la huella de carbono.
Cómo el SATE actúa sobre la envolvente y las emisiones
El SATE consiste en instalar un panel aislante adherido al cerramiento exterior, acabado con morteros y revestimientos que garantizan continuidad térmica y protección frente al clima.
Según datos de ANFAPA, la aplicación de SATE puede reducir hasta un 60 % la demanda energética para calefacción y climatización, lo que se traduce directamente en una disminución de emisiones de CO₂. Por ejemplo, en España, una vivienda de 100 m² construida entre los años 60 y 80 podría tener una demanda de 180 kWh/m²·año. Con 10 cm de SATE, la reducción estimada de emisiones es de 1,64 toneladas de CO₂ al año.
A escala europea, con unos 120 millones de viviendas ineficientes, el potencial de ahorro de emisiones mediante el SATE se sitúa entre 240 y 360 millones de toneladas de CO₂ al año, lo que representa hasta el 9 % de las emisiones anuales de la Unión Europea.
