Las cornisas no solo cumplen una función estética en los edificios, sino que también aportan protección frente a la humedad y los elementos climáticos, además de ser un elemento clave en la correcta instalación de sistemas de aislamiento térmico exterior (SATE). Para arquitectos, aplicadores y constructoras, entender la correcta elección y ejecución de las cornisas en fachadas es esencial para garantizar tanto la durabilidad de la obra como la eficiencia energética del edificio.
En este artículo, exploraremos cómo integrar cornisas de fachadas exteriores en proyectos con SATE, considerando diseño, materiales, compatibilidad y detalles constructivos críticos.
Qué son las cornisas de fachadas exteriores
Las cornisas de fachadas exteriores son elementos salientes que rematan la parte superior de muros, ventanas o elementos estructurales. Tradicionalmente, cumplen tres funciones principales:
Estética: aportan volumen y personalidad al diseño de la fachada, contribuyendo al carácter arquitectónico del edificio.
Protección: desvían el agua de lluvia, evitando filtraciones en la base de muros y ventanas.
Integración constructiva: ayudan a marcar transiciones entre diferentes materiales y elementos del edificio, siendo especialmente relevantes en fachadas con aislamiento térmico exterior.
Cuando se combinan con SATE, las cornisas adquieren un valor añadido, ya que permiten mantener la continuidad del aislamiento, evitando puentes térmicos y puntos críticos de humedad.